Historia

Tradición y modernidad se unen para crear un lugar mágico y con encanto

Una casa y una familia con mucha historia

Aunque la leyenda transmitida oralmente dice que nuestra historia se remonta a la alta Edad Media (siglo XII), los orígenes documentados de nuestra casa pairal datan del siglo XV. La familia Rosàs – Majó ha sido la propietaria de la masía desde entonces, pasando de padres a hijos de manera ininterrumpida exceptuando el periodo de la Guerra Civil, época en la que fue confiscada y después devuelta.

El nombre histórico de la masía siempre ha sido Can Majó, siendo mi bisabuela, Montserrat Majó y Mas, la pubilla que se casó con el hereu de la familia Rosàs, Albert Rosàs y Macià, en 1901.

El conjunto edificado de la Masía Rosàs comprende tres elementos muy diferenciados:

La masía y el barrio a principios del siglo XX

La masía y el barrio a principios del siglo XX

La masía tradicional catalana

El núcleo de la casa (dónde actualmente se encuentra la habitación de la novia) data del siglo XV, la fachada principal y los laterales se edificaron en el siglo XVIII (época en la que creció la familia, se amplió la casa y la riqueza de la propiedad), y el actual salón – comedor, que solía ser la bodega y el almacén, se construyó a principios del siglo XX.

Restos de los esgrafiados originales de la masía a principios de 1914

Restos de los esgrafiados originales de la masía a principios de 1914

El barrio

La entrada original de la masía es el gran portal que da acceso al barrio. Aquí es donde encontramos la imponente fachada, el porche del siglo XVIII y una era espléndida de más de 600m2 con terrazo de los siglos XVIII y XIX. La construcción de los muros del barrio y los portales de entrada finalizó a principios del siglo XIX y para la misma se utilizaron piedras y restos del granero del Monasterio de Sant Cugat, desmontado durante la desamortización de Mendizábal y la revuelta contra los Carlistas en 1835.

Mi tatarabuelo Joan Majó, la tatarabuela Maria Mas y el “tio" Francisquet Majó con mi tia-abuela Rosa Rosàs Majó en la entrada de la masía en 1915

Mi tatarabuelo Joan Majó, la tatarabuela Maria Mas y el “tio" Francisquet Majó con mi tia-abuela Rosa Rosàs Majó en la entrada de la masía en 1915

El chalé novecentista situado enfrente de la masía

La casa data de 1933 y fue mi bisabuela Montserrat la que ordenó construirla cuando se convirtió en propietaria. La masía requería de una profunda reforma que la modernizara y la hiciera confortable, así que se optó por construir una elegante casa, actualmente catalogada.

DEL VINO Y LA MADERA A LA CELEBRACIÓN DE EVENTOS

Con el paso de los siglos, la masía y la familia se han ido adaptando a la transformación social y económica del entorno.

Mi tatarabuelo Joan Majó trabajando los campos durante la primera década del siglo XX

Mi tatarabuelo Joan Majó trabajando los campos durante la primera década del siglo XX

La agricultura

Desde el siglo XV hasta finales del siglo XIX, Can Majó fue un importante productor de vinos tintos, dulces y rancios, llegando a exportar a ultramar justo antes de la llegada de la filoxera en Sant Cugat. Durante la mejor época se llegaron a producir cerca de 180.000 litros de vino. Además, la masía era un destacado productor de leña, ya que eramos los propietarios del llamado “Bosch Gran” en lo que es ahora el Parque de Collserola. Familiarmente se lo conocía como “la Hucha” por su relevancia económica en la época.

A comienzos del siglo XX, tras el ataque de este insecto, las viñas se tuvieron que replantar. Lamentablemente, nada volvería a ser lo que era y muchos campos de Valldoreix se abandonaron. Entonces surgió la idea de transformar Valldoreix en una “ciudad-jardín” de veraneo para las familias de Barcelona aprovechando el proyecto de tren del ingeniero Pearson.

El antiguo almacén y taller de camiones, hoy parte del comedor y los lavabos

El antiguo almacén y taller de camiones, hoy parte del comedor y los lavabos.

La masía hacia los años 50

La masía hacia los años 50

De la agricultura a la construcción

Después de las viñas, en la finca de Can Majó mi tatarabuelo Joan Majó y Borrell decidió plantar almendros y algunos árboles frutales. Al mismo tiempo, se aprobaba el proyecto de parcelar la finca y vender solares para viviendas unifamiliares. Entre 1930 y 1990 la familia desarrolló urbanísticamente Valldoreix y la Floresta, a través de la empresa “Urbanizaciones Majó”, convirtiéndose en uno de los mayores terratenientes de Sant Cugat del Vallés. Con la ayuda de otros grandes propietarios de la zona, a principios de 1930 se consiguió la estación de los Ferrocarriles a Valldoreix, un gran revulsivo para la urbanización que, de ser un pueblo de 20 masías ha pasado a convetirse en una ciudad de 9.000 habitantes.

Con la mayoría de los campos en proceso de conversión a solares y la masía deshabitada desde 1940 (la última moradora fue mi tatarabuela María Mas), mi abuelo Josep Rosàs y Majó decidió reconvertir la masía en un centro de materiales de construcción y transporte después de la Guerra Civil. Este uso se mantuvo hasta principios de 1970, año en que se discontinunó la actividad y la masía quedó, finalmente, abandonada.

Del abandono a pasar a ser un referente en el mundo de las bodas

Desde comienzos del 70 hasta 1985, la masía quedó abandonada y en un estado lamentable. No fue hasta 1986 cuando se decidió restaurarla íntegramente para transformarla en un espacio único que permitiera acoger eventos de alto nivel. Fue en ese año cuando mi padre, Jesús Rosàs Hevia, heredó la masía y desde muy joven siempre había tenido claro que Can Majó era un espacio ideal para bodas. Él fue el gran artífice de lo que es hoy la masía, y quién tuvo la visión y la valentía de llevar a cabo la gran reforma.

Fue entonces cuando decidimos cambiar el nombre de la finca a “Masía Rosàs” actualizandolo al apellido que ha perdurado.

El 10 de julio de 1987 acogimos la primera boda en la masía. Todavía tenemos las filmaciones de aquel gran día que recordamos en casa como una gran efeméride que nos llena de orgullo. Ya en 1988 inauguramos el salón – comedor y desde entonces la masía se dedica en exclusiva a las bodas, acontecimientos de empresa y pequeñas celebraciones familiares.
Desde 1987, hemos realizado más de 1.100 acontecimientos y han pasado por la entrada de nuestra masía más de 250.000 personas.

El indiano de la familia “el tio Marcelino” Majó y Francesca Borrell, la madre de mi tatarabuelo, a finales de 1880s

El indiano de la familia “el tio Marcelino” Majó y Francesca Borrell, la madre de mi tatarabuelo, a finales de 1880s

Interior de la farmacia en la Habana del indiano de la familia el “tio" Marcelino Majó Borrell

Interior de la farmacia en la Habana del indiano de la familia el “tio" Marcelino Majó Borrell

De hereus, pubilles y cabalers

La supervivencia de la masía y su relevancia están estrechamente ligadas a una tradición típicamente catalana: la institución del heredero o hereu.

La extensa documentación de nuestro archivo familiar nos habla de la organización de la familia de aquellos tiempos, por la que el heredero se quedaba el cortijo y el resto de hermanos (los cabalers) se iban a las ciudades a trabajar en profesiones liberales o se casaban con otros herederos o pubilles de grandes casas solariegas de la zona del Vallés o Baix Llobregat. En nuestro caso, la mayoría de los cabalers Majó se trasladaron a la zona del Maresme, Barcelona y Rubí. ¡Incluso a Cuba!

Mi tío tatarabuelo Marcel·lí Majó y Borrell viajó a La Habana a finales de 1870 y allí estableció varias farmacias con otros catalanes. Recuerdos y recuerdos de historias de personas que nacieron en la masía.

Plano de Valldoreix a principios de 1910: solo masías y el proyecto del tren

Plano de Valldoreix a principios de 1910: sólo masías y el proyecto del tren

Primer proyecto de creación de la Ciutat-Jardí de Valldoreix a partir de gran parte de la finca de Can Majó, a principios del siglo XX

Primer proyecto de creación de la Ciutat-Jardí de Valldoreix a partir de gran parte de la finca de Can Majó, a principios del siglo XX

Historia viva de Sant Cugat y Valldoreix

La familia Rosàs – Majó siempre ha estado muy ligada y comprometida con Sant Cugat y Valldoreix. De tendencia muy liberal, durante el siglo XIX el abuelo de mi tatarabuelo, Francesc de Asís Majó i Fatjó, participó de muy joven en la Guerra del Francés y fue el jefe de la Milicia Liberal y alcalde de Sant Cugat del Vallés durante gran parte del periodo que va de 1830 a 1850. También lideró la revuelta de 1835 contra los Carlistas y el Monasterio de Sant Cugat, momento que se aprovechó para forzar a los últimos monjes a abandonar el monaterio y quemar gran parte de la documentación allí existente en la que se sometía la mayor parte de las propiedades de Sant Cugat a sus censos.

La involucración en la política local ha sido común en las últimas cinco generaciones, llegando hasta la alcaldía tanto mi bisabuelo Albert Rosàs y Macià (de 1945 a 1947) como mi padre Jesús Rosàs (en Valldoreix).

Más allá de la actividad política, Can Majó fue un gran impulsor del actual modelo de la ciudad de Valldoreix, dónde sólo existen casas unifamiliares, evitando la saturación causada en la urbanización de fincas en Rubí, Terrassa o Cerdanyola. Entre otros, Can Majó hizo grandes cesiones de terreno para poder instalar las escuelas públicas de Valldoreix a principios de 1960.

Toda esta rica historia, llena de anécdotas y detalles, ha pasado de padres a hijos y, en gran medida, está reflejada en la masía. Cada rincón de la casa y de la finca tiene una razón de ser que estaré encantado de explicaros en persona.

Josep Rosàs i Espejo